jueves, 8 de abril de 2010

Mi personaje inolvidable



En mi vida ha habido muchos personajes inolvidables, pero hay uno en especial, su nombre, Bernardino Moreno, Lugar donde lo conocí, en Bayamo, Oriente, Cuba, la primera vez que lo ví. fue como en los años de 1950, un hombre mayor, bajito y regordete, me llamo la atención porque eran los días de fin de año y en el frente de su negocio había un cartel que decía, FELICIDADES 195_, y este cartel se rellenaba con un número que cada año cambiaba, allí arreglaban bombas de agua, turbinas para pozo, y motores mequembreke, no sé si ésta era la marca, o la gente lo conocían así por el ruido que producían, también le llamaban motores de chispa y eran accionados mediante un magneto que producía una chispa cada vez que el pistón llegaba al fondo del cilindro lo que producía un nuevo ciclo en la cámara de combustión.

En varias ocasiones tuve la oportunidad de pararme frente a aquel taller y ver como los motores eran reparados, algo que siempre despertaba en mi la curiosidad, ya en el año de 1955 mi familia se mudo a un apartamento exactamente al lado de aquel taller y mi tiempo mirando reparar motores se extendía mucho más de lo acostumbrado.

Pasaron años y los problemas de abastecimiento se fueron acrecentando en nuestro pueblo al extremo que me ví. en la necesidad de hacer una cisterna en el patio de la casa para almacenar agua potable y conseguir una turbina que subiera el precioso liquido a un tanque en la parte alta de la casa, la turbina siempre tenía problemas, pues la columna de agua era muy pesada y mis conocimientos hidráulicos estaban por el suelo, fue entonces que me vino a la mente de nuevo el taller de Bernardino Moreno en la calle de Zenea entre Saco y Rojas.

Entré resuelto en aquel taller a encontrar una solución a mi problema con el agua, lo primero que ví. frente a mí un viejo torno y en toda la pared huesos y calaveras de vaca, de venado, tarros, plantillas de juntas de motor, herramientas en fin pareciera un bazar en exhibición, Moreno se encontraba sentado en un balance leyendo un periódico, ya tendría más de 85 años y no usaba lentes para leer, sin levantar la vista del periódico me pregunto qué hacía allí, le explique el problema de la turbina y del agua, y me dijo que me sentara en un tronco que allí había, mientras tanto mi vista recorría el local, nunca había estado dentro de aquel recinto, en la parte de atrás se podía ver lo que parecía una cama rodeada de hierros, un sinuoso pasillo entre el torno, tornillos de banco y piedras de esmeril, conducía a su trono, el balance desde donde ordenaba con todo control el trabajo que se podía realizar allí, al fondo en el patio, una fragua de carbón soplada a mano mediante una manivela daba la candela necesaria para calentar el hierro que se amoldaría en el yunque mediante golpes de martillo para darle forma a una nueva verja, los golpes que se la daban al hierro eran como entonar un cántico de victoria un golpe en el hierro caliente dos golpes de repiqueteo en el yunque y un nuevo golpe en el hierro seguido de dos golpes de martillo en el yunque otra vez, aquellos golpes tenían música y de nuevo el hierro venia a la candela hasta obtener un tono rojizo transparente, este trabajo lo realizaban otras personas que habían ido allí antes que yo buscando una solución a sus necesidades, ya Bernardino Moreno no trabajaba se limitaba solamente a enseñar o impartir sus conocimientos a prestar sus herramientas y vender alguno que otro material de trabajo, dirigir era ahora su negocio.

Mientras Moreno daba órdenes a otras personas que laboraban allí, yo permanecía callado, esperando una respuesta a mi preocupación, fue entonces que él me dijo, esperemos que venga un señor que tiene una turbina, si te conviene la compras y la instalas, ya yo la mande a buscar, pero te voy a dar primeramente tres consejos, nunca dejes camino por vereda, que nunca te abata la curiosidad y nunca partas por la primera, dicho estos tres consejos el procedió a explicármelos en una forma de parábola, 40 años después me llego un correo por la computadora con una clara explicación de aquellas palabras, ese día es precisamente hoy cuando he comenzado a escribir esta historia, he acá esa leyenda.

Una pareja de recién casados, era muy pobre y vivía de los favores de un pueblito del interior.

Un día, el marido le da siguiente propuesta a su esposa:

"Querida yo voy a salir de la casa. Voy a viajar bien lejos, buscaré un empleo y trabajaré hasta tener condiciones para regresar y darte una vida más cómoda y digna. No sé cuánto tiempo voy a estar lejos; solo te pido una cosa; que me esperes y mientras yo esté lejos, seas fiel a mí, pues yo te seré fiel a ti"

Así, siendo joven aun, camino muchos días a pie, hasta encontrar un hacendado que estaba necesitando de alguien para ayudarlo en su hacienda.

El joven llego y se ofreció para trabajar y fue aceptado. Pidió hacer un trato con su jefe, y este también acepto. El pacto fue el siguiente:

"Déjeme trabajar por el tiempo que yo quiera y cuando yo encuentre que debo irme, el señor me libera de mis obligaciones. Yo no quiero recibir mi salario. Le pido al señor que lo coloque en una cuenta de ahorros hasta el día en que me vaya. El día que yo salga, usted me dará el dinero que yo he ganado".

Estando ambos de acuerdo, aquel joven trabajo durante 20 años, sin vacaciones y sin descanso.

Después de 20 años, se acerco a su patrón y le dijo:

"Patrón, yo quiero mi dinero, pues quiero regresar a mi casa".

El patrón le respondió: "Muy bien, hicimos un pacto y voy a cumplirlo. Solo que antes quiero hacerte una propuesta, ¿está bien? Yo te doy tu dinero y tú te vas, o te doy tres consejos y no te doy el dinero y te vas.

Si te doy el dinero, no te doy los consejos y viceversa. Vete a tu cuarto, piénsalo y después me das la respuesta".

El pensó durante dos días, busco al patrón y le dijo:.......

"Quiero los tres consejos"

El patrón le recordó: "Si te doy los consejos, no te doy el dinero".

Y el empelado respondió: Quiero los consejos".

El patrón entonces le aconsejo:

1. "Nunca tomes atajos en tu vida:

Caminos más cortos y desconocidos te pueden costar la vida.

2. Nunca seas curioso de aquello que represente el mal:

Pues la curiosidad por el mal puede ser fatal.

3. Nunca tomes la decisión en momentos de odio y dolor:

Pues puedes arrepentirte demasiado tarde."

Después de darle los consejos, el patrón le dijo al joven, que ya no era tanto:

"Aquí tienes tres panes: dos para comer durante el viaje el tercero es para comer con tu esposa, cuando llegues a tu casa".

El hombre, entonces, siguió su camino de vuelta, de veinte años lejos de su casa y de su esposa que el tanto amaba. Después del primer día de viaje. Encontró una persona que lo saludo y le pregunto:

"¿Para dónde vas?"

Él le respondió, "Voy para un camino muy distante que queda a más de veinte días de caminata por esta carretera." La persona le dijo entonces: 'Joven este camino es muy largo. Yo conozco un atajo con el cual llegaras en pocos días".

El joven contento, comenzó a caminar por el atajo, cuando se acordó del primer consejo. Entonces, volvió a seguir por el camino normal. Días después supo, que el atajo llevaba a una emboscada.

Después de algunos días de viaje, y cansado al extremo, encontró una pensión a la vera de la carretera, donde poder hospedarse. Pagó la tarifa por el día y después de tomar un baño se acostó a dormir. De madrugada se levanto asustado con un grito aterrador. Se levanto de un salto y se dirigió hasta la puerta para ir a donde escucho el grito.

Cuando estaba abriendo la puerta, se acordó del segundo consejo.

Regreso y se acostó a dormir. Al amanecer, después de tomar café, el dueño de la posada le pregunto si no había escuchado el grito y él le contesto que si lo había escuchado. El dueño de la posada le pregunto: ¿Y no sintió curiosidad? Él le contesto que no. A lo que el dueño le respondió: Usted es el primer huésped que sale vivo de aquí, pues mi hijo único tiene crisis de locura; grita durante la noche y cuando el huésped sale lo mata y lo entierra en el quintal.

El joven siguió su larga jornada, ansioso por llegar a su casa.

Después de muchos días y noches de caminata, ya al atardecer, vio entre los árboles humo saliendo de la chimenea de su pequeña casa. Camino y vio entre los arbustos la silueta de su esposa.

Estaba anocheciendo, pero alcanzo a ver que ella no estaba sola. Anduvo un poco más y vio que ella tenía sobre su regazo, un hombre al que estaba acariciando los cabellos. Cuando vio aquella escena su corazón se lleno de odio y amargura y decidió correr al encuentro de los dos y matarlos sin piedad. Respiro profundo, apresuro sus pasos, cuando recordó el tercer consejo.

Entonces se paro y reflexiono y decidió dormir ahí mismo aquella noche y al día siguiente tomar una decisión. Al amanecer, ya con la cabeza fría, el dijo.

"No voy a matar a mi esposa. Voy a volver con mi patrón y a pedirle que me acepte de vuelta, solo que antes, quiero decirle a mi esposa que siempre le fui fiel".

Se dirigió a la puerta de la casa y toco. Cuando la esposa le abrió la puerta y lo reconoció, se colgó de su cuello y lo abrazo afectuosamente.

El trato de quitársela de encima, pero no lo consiguió. Entonces con lagrimas en los ojos le dijo: "Yo te fui fiel y tú me traicionaste...."

Ella espantada le respondió. "¿Cómo? Yo nunca te traicione. Te espere durante veinte años".

El entonces le pregunto. "¿Y quién era ese hombre que acariciabas ayer por la tarde?"

Y ella le contesto. "Aquel hombre es nuestro hijo. Cuando te fuiste, descubrí qué estaba embarazada. Hoy el tiene veinte años de edad".

Entonces el marido entro, conoció, abrazo a su hijo y les contó toda su historia, mientras su esposa preparaba la cena.

Se sentaron a comer el último pan juntos.

Después de la oración de agradecimiento, con lágrimas de emoción, el partió el pan y al abrirlo, se encontró todo su dinero: el pago de sus veinte años de dedicación.

Moraleja:

Aprende a valorar cada cosa o persona que tienes en la vida y de esa manera obtendrás la recompensa cuando menos lo esperas.


Noooooooo, noooooooo, Román así no, quítale el cabo, esto me lo repetía cuando torpemente daba golpes con un martillo y yo cogía el martillo casi por la maceta, en esta ocasión estaba presente el hermano Vladimir Amargos, que todavía me recuerda esas palabras, esa fue mi primera clase en el taller de Moreno, él me dijo, si tienes un martillo que tiene un cabo de 12 pulgadas y el martillo pesa una libra, debes de coger el martillo por la parte de atrás del cabo para que el golpe que des sea fuerte, si el martillo lo coges por el cabo casi pegado a la maceta, es como si estuvieras pegando con una piedra, ya no necesitarías el cabo del martillo, el cabo del martillo es el que te da la fuerza para hacer un golpe, esta y otras muchas lecciones acompañadas de explicaciones en forma de fabulas o de parábolas fue lo que aprendí en aquel taller lleno de herramientas de plomería.

Un día cuando estaba reparando un motor Hércules que tenia y me hacía falta un pistón decidí que en el taller de Moreno podía encontrarlo y allí me fui, entre por la puerta desvencijada y le dije, Moreno, necesito un pistón, y el enseguida me dijo, si allí tienes uno, llévatelo, y me señalo un pistón de motor mequembreke del tamaño de un cubo de agua, le explique que lo que buscaba era un pistón para el motor que tenía que sería como del tamaño de una lata de leche condensada y entonces me dijo, cuando usted entro por esa por esa puerta me dijo que necesitaba un pistón, pero no me dijo el tamaño, ahora estamos hablando otra cosa, en fin de cuentas allí no pude conseguir el pistón que buscaba, pero lo encontré en un almacén de los talleres de la empresa de Cantera de Las Mercedes donde los tenían obsoletos.

En una ocasión, cuando ya no se conseguida de nada en Cuba, yo conseguí por trasmanos (forma hipotética de comprar algo en el mercado negro) un poco de grasa para un motor de turbina, según me había dicho el que me la vendió era una grasa de muy buena calidad y para altos calores, cosa que no dude ni un instante, ni corto ni perezoso engrase el motor de la turbina con aquella mágica grasa, sin embargo el motor avanzaba menos y mientras más se calentaba, más pesado se ponía, no me quedo más remedio que ir de nuevo al taller de Moreno con el motor en guindas, cuando le explique el asunto a Moreno, solo se limito a decirme, el problema es la grasa, has usado una grasa para altos calores que mientras más se calienta más lento hace el trabajo y eso hace que el motor funcione con más lentitud a cada momento, desármalo todo, límpiale toda esa grasa y ponle esta otra de usos múltiples y recuerda que cada grasa está hecha para un trabajo especifico, fue entonces que me dí a la tarea de aprender todo lo referente a las grasas y sus usos.

Cuando yo tuve que trabajar como comprador comercial en una empresa del estado cubano, las lecciones que yo aprendí en el taller de Bernardino Moreno, fueron de mucha utilidad, fue allí donde aprendí que un tornillo puede ser de madera, de metal, de chapa, de rosca fina, de rosca gruesa, de rosca inglesa, de rosca métrica, puede tener cuello o ser de rosca corrida, de como una tuerca es especial para que no se afloje, de como una arandela es de presión o plana, de porque se usan tornillos de bronce en algunas construcciones, mis conocimientos técnicos se ampliaron al máximo, pues en cada ejemplo Moreno me daba una lección de su vida.

Cuando conocí a Moreno me di cuenta por medio de algunos cuadros colgando en la pared de madera que pertenecía a la orden masónica y también a la orden de Odd Fellows Unidos, en nuestras conversaciones le hice ver que yo también pertenecía a la masonería y a la orden de Odd Fellow Independientes, por lo que nuestras charlas se concentraron en la fraternidad, cada día que pasaba en aquel taller aprendía cosas nuevas que me servirían en los próximos años, el uso adecuado de cada herramienta y como encontrar cada falla en los equipos que llegaban para reparar.

El taller de Moreno, fue el único baluarte que quedo sin intervenir por la revolución, es posible que los dirigentes respetaran su edad o pensarían que solo le quedarían de vida pocos meses, sin embargo hasta el año de 1980 cuando yo salí de Cuba, Moreno seguía dando las Felices Pascuas y el Prospero Año Nuevo y cambiando el cartel del año correspondiente, ayudado por nuevos pinos que pasaban por su taller adquiriendo experiencias y solucionando problemas, la fragua seguía vomitando fuego, alimentada por leña por carbón o todo cuanto pudiera ser combustible solidó, el yunque seguía recibiendo golpes de martillo y los pistones de los motores de chispa subían y bajaban con cada explosión, en el torno se seguía trabajando con cuchillas que ya habían sido descartadas de otros lugares y las piedras daban filo a tijeras, cuchillos, palas y azadones, la calavera de una cabeza de vaca seguía mostrando su dientes en el mismo lugar que la vi por vez primera, con mas polvo con mas hollín, pero allí estaba, Moreno se seguía moviendo en su desvencijado balance, leyendo el periódico, impartiendo ordenes, leyendo un libro, repasando la Biblia, vendiendo una llave stilson que ya no usaba, para seguir viviendo, para todos los que lo conocieron, así lo recuerdo, así lo tengo en mi mente, donde quiera que estés ahora, 26 años después de haber tenido tu última imagen y de haber escuchado tu último consejo, para ti va dedicado este pequeño homenaje.

Pastor Hipólito Román Borges
North Bergen 14 de junio de 2006
romanpastor@hotmail.com
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